Congelamientos, copagos y confusión: la medicina privada está en crisis y los afiliados pagan el costo.

Clínicas y médicos decidieron implementar coseguros por la demora en los pagos de los financiadores. 

Sorpresa: para muchos pacientes médicos no solo habrá que pagar mensualmente la prepaga o hacer los aportes correspondientes a la obra social, sino también “colaborar” con un copago que, cada vez más, solicitan médicos, clínicas y hospitales por igual.

“A nuestros pacientes: nos comunicamos para informar que nuestra clínica, debido a la contingencia actual que está atravesando el sector de la salud a nivel nacional, y en conjunto con otras instituciones de salud, decidió implementar el cobro de un bono extraordinario no reintegrable”, explicaba, en un comunicado, una clínica cordobesa. Pedía, luego, un copago de $3000 por consulta ambulatoria.

En los últimos días, también hubo casos similares en Mendoza y en el conurbano bonaerense, donde una clínica de la zona Norte comenzó a solicitar “bono contribución” por algunas prácticas que realiza.

En Córdoba, las instituciones nucleadas en la Asociación de Clínicas, Sanatorios y Hospitales Privados de la Provincia de Córdoba (Aclisa) comunicaron que comenzarían a implementar copagos en sus prácticas. Ignacio Escuti, su presidente, detalló que la medida no es obligatoria para todos los socios, sino que cada uno decidirá si implementará copagos o no.

Escuti señaló que decidieron implementar coseguros por la demora en los pagos de los financiadores, es decir, las prepagas y las obras sociales, que en su mayoría pagan a 90 días en medio de una inflación galopante que hasta se mide por semana.

Lo que sucedió en agosto fue la gota que rebasó el vaso: la devaluación del peso hizo que los insumos médicos que compran las clínicas aumentaran hasta un 50%, e incluso no se consiguieran al punto tal que casi se llega a reprogramar cirugías, sumó el presidente de Aclisa.

Mientras tanto, sigue la confusión respecto del congelamiento que decidió el Gobierno para familias con ingresos brutos menores a $2 millones. Mientras comienzan las inscripciones, las prepagas empezaron a avisarles a sus afiliados que, una vez terminados los 90 días de la medida temporal, deberían abonar el acumulado según el índice de costos que regula los aumentos. 

Según el sector privado de salud, la medida seguirá haciendo mella sobre el servicio que las prepagas ofrecen, y es por eso que mientras todo esto ocurre, resurgieron con mucha más fuerza los pedidos de “bonos contribución” o “copagos”.

¿Los copagos están regulados?

Los copagos o coseguros están regulados por la Superintendencia de Servicios de Salud, pero solo los que cobran las prepagas. En la web del organismo regulador hay topes que se pueden cobrar y definiciones respecto de qué prácticas pueden implementarlos y cuáles no.

Si el monto se excede, la Superintendencia insta a los pacientes a guardar el comprobante y luego hacer una denuncia telefónica o virtual. 

¿Qué sucede en el caso de los médicos que solicitan coseguros, no siempre dentro de lo que está regulado? En términos criollos, todos están haciendo “la vista gorda”. Las prepagas se declaran en contra de los médicos que se “cortan solos” y piden copagos, pero entienden que surge la necesidad por la pérdida de poder adquisitivo en el último tiempo.

Históricamente, reconoció un representante de la medicina privada, un médico que atiende por prepaga recibía por consulta el equivalente a medio tanque de nafta, alrededor de $6000 a precios de hoy. En este momento, señaló, recibe alrededor de $3000.

Los médicos, cada vez más pobres

Luis Japas, presidente de la Asociación de Médicos de la Actividad Privada (AMAP)   sobre la situación de los profesionales de la salud. Describió un largo camino de pérdida de poder adquisitivo de los salarios en la era prepandemia, una sobrecarga mental profesional durante los picos más fuertes del COVID-19 y finalmente, una necesidad por parte de las empresas del sector privado de salud de “recuperar” el tiempo perdido, con las consecuencias que esto tuvo sobre la cantidad de horas que los profesionales trabajan.

“En la actualidad, estamos siendo testigos y víctimas de cómo el sistema de salud ya se está rompiendo por pensar solamente en el negocio”, dijo Japas. Detalló que si un médico trabaja en su consultorio por obra social o prepaga y trabaja 40 horas semanales, puede facturar en promedio unos $250.000 por mes sin feriados y sin ausentes.

“Pero no los cobra a fin del mes trabajado como un asalariado, sino mínimo un mes y medio después de vencido el mes trabajado, dependiendo de los ‘trámites administrativos’ del financiador”, apuntó.

“Trabaja sin derecho a una indemnización por despido ni a cobrar seguro por desempleo. Y si ejerce la profesión en el ámbito de la provincia de Buenos Aires, debe abonar además, obligatoriamente todos los meses para poder ejercer, la matrícula profesional del Colegio de Médicos (aproximadamente a $10.000 por mes) y aportar a la Caja de Previsión y Seguro Médico (aproximadamente $37.000). Todo esto, sin olvidarnos del valor del alquiler de un consultorio para atender a los pacientes, que hoy ronda los $50.000 por cada módulo de 8 horas diarias”, añadió.

Concluyó que es en ese contexto que “se comprende la decisión unilateral de los médicos de comenzar a cobrar copagos” a pesar de que es “ilegal porque implica incumplir un contrato”.

 

 

 

 

 

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