Ni amigos ni enemigos, o amigos y enemigos: qué son los “frenemies” y por qué son un reflejo de los tiempos que corren

En “Filosofía de la amistad”, dos amigas profesionales en esta disciplina ahondan en lo inexplicable de este vínculo tan difícil de definir. 

La amistad, como el amor, es algo casi imposible de definir. Este tipo de vínculo ha sido la materia prima de todo tipo de arte y literatura, así como objeto de estudio de distintas disciplinas, desde la filosofía y la sociología hasta la matemática y la neurociencia. Pero, aun así, sigue siendo algo inexplicable cuyos límites cuesta mucho precisar.

¿Qué es en sí misma? ¿Qué distingue a la amistad del amor romántico? ¿Cuáles son las características de esta experiencia humana que se despliega y materializa en vínculos y relaciones abiertos a la afectividad, la reciprocidad, el cuidado y la confianza? ¿Cómo la pensó la filosofía?

En su nuevo libro, Filosofía de la amistad, las filósofas y amigas Laura F. Belli y Danila Suárez Tomé exploran qué significa la amistad en la historia de las ideas y qué formas asume en la actualidad; qué la hace tan intrínseca, existencial e íntimamente humana, tan cotidiana al igual que tan enigmática.

En el fragmento compartido al final de esta nota, las autoras ahondan en el novedoso concepto de “frenemies”, que definen como “un tipo de relación particular entre dos personas que se reconocen unidas por lazos que parecen de amistad y que, sin embargo, se sostienen principalmente en una tensión que va del cariño al odio, a través de interacciones antagónicas y conflictivas”.

¿Por qué este tipo de vínculo, que no llega a ser amistad pero tampoco enemistad, está en auge hoy en día? ¿Es una forma sana de relacionarse? ¿Deberíamos evitarlo? ¿Podemos sacarle algún provecho? Todo esto y mucho más en Filosofía de la amistad, editado por Taurus.

“Frenemies” y falsas amistades

Cuando pensamos en nuestras amistades es común evocar momentos felices, experiencias únicas atravesadas por sentimientos de apoyo, intimidad y cuidado. Nuestros ideales acerca de estos vínculos no suelen remitirnos a los aspectos más oscuros y problemáticos de estas relaciones. Sin embargo, en las últimas décadas, dentro del campo de estudios sobre la amistad comenzó a llamar la atención un tipo de relación particular entre dos personas que se reconocen unidas por lazos que parecen de amistad y que, sin embargo, se sostienen principalmente en una tensión que va del cariño al odio, a través de interacciones antagónicas y conflictivas. El término bajo el cual se designa a cada una de las partes que forman parte de estos vínculos es el de frenemy.

Frenemy es tanto un oxímoron, como un acrónimo de dos términos supuestamente opuestos: amigo y enemigo (friend y enemy, en inglés) y se utiliza a menudo en los análisis sociales para describir relaciones comerciales o geopolíticas entre individuos, instituciones y gobiernos. Su uso de sentido común, sin embargo, se limita casi con exclusividad a designar a cierta clase de personas con las que se mantiene un tipo de vínculo especial, cuya característica principal es que combina ciertos aspectos relacionados con la amistad y otros propios de las relaciones de enemistad.

Se trata de vínculos esencialmente discordantes en los que una o ambas partes se involucran en interacciones cordiales, asumiendo cierto compromiso de cuidado y reciprocidad mientras que, al mismo tiempo, piensan en la otra persona como una antagonista en la que no se puede confiar plenamente. Estos elementos afectivos contrastantes propios de este tipo de interacciones las vuelven complejas, bivalentes y altamente conflictivas. A pesar de estos aspectos negativos —que parecen ir en contra de la gran mayoría de las miradas filosóficas sobre la amistad— un gran número de personas considera que se trata de relaciones que son mutuamente beneficiosas a pesar de reconocerlas problemáticas. Más aún, las consideran una clase especial de amistad, valiosa en su propia medida.

Esto no resulta del todo sorprendente. Los lazos que se construyen entre frenemies contienen muchos de los aspectos que consideramos centrales para hablar de amistades: se trata de relaciones afectivas de naturaleza electiva y voluntaria entre personas que se reconocen como iguales (en estos casos, desde una mirada antagónica); y, aunque en menor medida, están presentes también aspectos relacionados con la intimidad, la confianza y el cuidado. Pero, especialmente, en estos vínculos se juega constantemente la reconfiguración de nuestra identidad y cosmovisión (sea al intentar emular o evitar las características presentes en la otra persona).

En sociedades como las actuales, en las que se alientan los comportamientos individualistas y competitivos, el florecimiento de esta clase particular de relación parece acompañar los ideales acerca de la manera en que debemos relacionarnos con las otras personas. Robert A. Hinde señala que las relaciones personales no pueden entenderse de forma aislada de los valores propios de los contextos en los que se desarrollan, ya que se hallan indefectiblemente integradas en capas complejas de relaciones sociales (individuales, diádicas y grupales) que incluyen normas y expectativas sociales que permean los vínculos particulares. Esta mirada sobre las formas de relacionarse socialmente permite explicar la existencia de los frenemies, ya que las situaciones de competencia y antagonismo propias de este modo de vincularse requieren de redes sociales más grandes que aquellas en las que suelen florecer las amistades íntimas.

Los intercambios entre frenemies —especialmente durante la adolescencia— suelen presentar una marcada ambivalencia dependiendo del contexto, reforzándose a través de la presencia de las características deseables de las amistades cuando las interacciones se dan en un contexto de intimidad y mostrando el aspecto negativo, dañino y antagónico cuando se producen al interior de grupos más numerosos, donde las normas y expectativas sobre cómo deben darse las relaciones son diferentes.

Estas relaciones parecen florecer en los espacios liminales entre las genuinas amistades (aquellas en las cuales el compromiso de cuidado y reciprocidad es fundamental) y las enemistades declaradas (que buscan causar daño). No se trata de amistades diluidas, ni de enemistades atenuadas, sino de vínculos afectivos en los que las personas encarnan simultáneamente ambos roles antagónicos.

Los frenemies no son tampoco “falsas amistades”. Cuando entablamos una relación de amistad, lo hacemos bajo la creencia de que el deseo es recíproco y de que existen buenas razones para suponer que la otra persona siente lo mismo que una. Si bien esto es verdad en el caso de los frenemies, no lo es en el caso de las falsas amistades o amistades inauténticas. En estos casos, una de las partes miente acerca de sus verdaderos motivos para formar parte del vínculo, que poco tienen que ver con un genuino deseo de cuidado mutuo y reciprocidad y suelen ocultar intereses particulares que van en detrimento del bienestar de la otra parte.

Dice Aristóteles sobre este tipo de engaños “... cuando [uno] es engañado por el fingimiento de su amigo, es justo acusar al otro, y más que a los falsificadores de monedas, por cuanto su malevolencia afecta a algo más valioso”. La amistad inauténtica solo tiene en el fondo el interés propio y no reconoce al otro como un ser digno de cuidado moral, violando todas las expectativas que tenemos de la amistad.

¿Podemos, entonces, pensar en los frenemies como una clase particular de amistades? La respuesta parece ser negativa. A pesar de que estos vínculos comparten con las amistades genuinas muchos aspectos importantes, no parece adecuado sostener la idea de que una amistad profunda pueda forjarse y mantenerse en una atmósfera de constante desconfianza, en la que continuamente se duda de la veracidad de las intenciones de la otra persona.

Como vimos, la amistad es un tipo de relación que involucra problemáticas éticas complejas. Sin embargo, a pesar de no ser en muchos casos ejemplos de perfección moral, amigos y amigas nos inspiran a crecer y mejorar, a través de la revisión de nuestras propias creencias e ideales. Lo hacen, además, en el marco del cuidado y la preocupación mutua y, a pesar de los riesgos inherentes de volcarnos con absoluto compromiso y apertura a estas relaciones, los aspectos profundamente gratificantes que pueden sumar a nuestras vidas bien valen el peligro de exponernos a sufrir ocasionalmente algún daño.

Quién es Laura F. Belli

♦ Es doctora en Filosofía por la Universidad de Buenos Aires.

♦ Es docente universitaria en las materias Ética y Filosofía Feminista de la Facultad de Filosofía y Letras (UBA). Es también investigadora del Instituto de Investigaciones Filosóficas (SADAF-CONICET).

♦ Es autora de numerosas publicaciones, nacionales e internacionales, en temas de epistemología, ética y bioética feminista, y docente de diferentes cursos en universidades públicas y en EcoFeminita, organización de la que forma parte desde sus inicios.

Quién es Danila Suárez Tomé

♦ Es doctora en Filosofía por la Universidad de Buenos Aires.

♦ Es docente universitaria e investigadora del Instituto de Investigaciones Filosóficas (SADAF-CONICET). Se desempeña como docente y tallerista en EcoFeminita y el C.C. Tierra Violeta.

♦ Es autora de los libros Introducción a la teoría feminista (Nido de vacas, 2022) y Simone de Beauvoir. Filósofa de la libertad (Galerna, 2022).

 

 

 

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